viernes, 24 de julio de 2015

EMBRIÁGUENSE



Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.

Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca. Pero embriáguense.

Y si a veces, sobre las gradas de un palacio, sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto, la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán:
“¡Es hora de embriagarse!"
Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo,
¡embriáguense, embriáguense sin cesar!
De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.

Charles Baudelaire





Cómo escribo



Italo Calvino

Escribo a mano y hago muchas, muchas correcciones. Diría que tacho más de lo que escribo. Tengo que buscar cada palabra cuando hablo, y experimento la misma dificultad cuando escribo. Después hago una cantidad de adiciones, interpolaciones, con una caligrafía diminuta.
Me gustaría trabajar todos los días. Pero a la mañana invento todo tipo de excusas para no trabajar: tengo que salir, hacer alguna compra, comprar los periódicos. Por lo general, me las arreglo para desperdiciar la mañana, así que termino escribiendo de tarde. Soy un escritor diurno, pero como desperdicio la mañana, me he convertido en un escritor vespertino. Podría escribir de noche, pero cuando lo hago no duermo. Así que trato de evitarlo. 
Siempre tengo una cantidad de proyectos. Tengo una lista de alrededor de veinte libros que me gustaría escribir, pero después llega el momento de decidir que voy a escribir ese libro.
Cuando escribo un libro que es pura invención, siento un anhelo de escribir de un modo que trate directamente la vida cotidiana, mis actividades e ideas. En ese momento, el libro que me gustaría escribir no es el que estoy escribiendo. Por otra parte, cuando estoy escribiendo algo muy autobiográfico, ligado a las particularidades de la vida cotidiana, mi deseo va en dirección opuesta. El libro se convierte en uno de invención, sin relación aparente conmigo mismo y, tal vez por esa misma razón, más sincero.



Pequeño divague de cosas obvias



Aldo Roque Difilippo

El bicho humano se esfuerza -y a veces lo consigue- por convertirse en el líder de la manada. Ejerce su cuota parte de poder sobre el más débil, marca su territorio con un par de ladridos o una actitud desafiante y toma lo que ganó por derecho de la fuerza. Así desde el tiempo del pitecantropus hasta la sofisticación de este tercer milenio plagado de relaciones interpersonales, computadora o SMS mediante, el bicho humano actúa de la misma manera. La madre presionando a su cría “civilizándolo” a fuerza de premios y castigos: si hacés tal cosa obtenés tal otra, si no lo hacés estarás más lejos de la salida sabatina, de acceder a la nueva remera de moda, o al dinero suficiente para recargar el celular. El hijo presionando a la madre, “civilizándola” a su modo, simulando una posición de doblegado para obtener lo que quiere: si paso de año me comprás tal cosa, me pagás el viaje a la playa, o me está permitido quedarme hasta tarde en la compu, o dormir en la casa de un amigo.
La mujer muchas veces con sutilezas y otras directamente, presiona a su marido para obtener lo que quiere, quien a su vez se siente el macho de la manada, altivo, desafiante, sin saber o no queriendo reconocer que esa sumisión de su pareja es solamente un camuflaje para dominarlo; y ese mismo macho dominante es dominado, doblegarlo y hasta sometido por otro macho alfa que a veces ni siquiera es macho ni tiene rostro porque las órdenes le llegan del otro de lado de la pantalla de la computadora, y él corre literalmente a cumplirla.
Es decir el macho “civilizador” es “civilizado” por otro con esa doble condición, seguramente sin conocer o sin que exista uno enteramente civilizador y dominante.
En este invento humano que en apariencia no tiene autor los pitecantropus del tercer milenio nos esforzamos por procurar la mejor piel, la nueva lanza u otra choza, muchas veces sin precisarla, sin reparar que ya tenemos varias y que no usamos ninguna, pero no importa, corremos igual, dejamos energías, músculo y sudor en conseguir lo que ya tenemos y no precisamos.
El bicho humano parece no poder resistirse a esto. A ese doble papel dominador y doblegado, de sometido que desde una aparente posición inferior consigue pequeñas victorias y ejerce su cuota parte de poder.
Enfrentarnos a un mostrador de una oficina pública es someternos a ese perverso mecanismo donde el sometido que nos atiende simula una superioridad que él y nosotros sabemos que no tiene, pero que aceptamos, que a veces logramos doblegar con una sonrisa, un “buen día” (estrategias de experientes doblegados que saben que simular inferioridad a veces abre algunas puertas), y que otras veces vencemos exhibiendo una lanza o una maza más fuerte: si Usted no me soluciona esto llamo a Sr. Fulano, y el tomará las medidas que corresponda con Ud. o sus superiores.
Y ese Sr. o Dr. Fulano a su vez tiene sus machos alfa que lo someten y lo convierten en súbdito.
Aunque nos cueste reconocerlo seguimos viviendo en manadas regidas por el más fuerte, por machos alfa que deciden dónde debemos ir, qué o cuándo comer, o que piel precisamos para abrigarnos.

Seguimos siendo los mismos pitecantropus del comienzo, aunque a veces el macho alfa no tenga rostro.

viernes, 26 de septiembre de 2014

  
Selección poética de  Gabriel Impaglione realizada especialmente por el autor.



Marx y Heráclito

  A Oliviero Diliberto


Trazar la parábola y abarcar el mundo.
No fundaremos el partido dos veces.

Pero hay hambre y hay lumbre.
                Seremos capaces de entender el canto del río?



*


Codicia


Diluvio de óxidos donde barca alguna salve nada
agua roja de tajo de cañón y de billete
agua roja para la amapola y los grillos
agua roja para el niño y la mujer y para el río
sobre todas las casas y los campos
sobre cada paloma y cada palmo de ay y de socorro
un diluvio caliente de óxido con hueso quemado
sobre tierra dividida       sobre manos caidas
colibríes peces algodón      manzanas
sobre cada refulgencia ahogada en sí misma
sobre silencio fragmentado y alertas inútiles
sobre las hojas de los diarios impunes y los impunes
sobre las huellas en la arena y la hierba de las plazas
un diluvio caliente de terminante óxido
alzando vapor de hachas     bocas rotas
sobre el viento de piedra     de maquinaria negra
sobre refugios        llantos refugiados
diluvio caliente de terminante óxido oxidófago
que completará la nada hasta que polvillo luego
como larga noche lenta y muerta
se acumule espeso brutal     lleno de dientes
asfixie el sueño del humus       borre cauces
grietas   senderos         cada vestigio de la historia
hasta establecer su gobierno de oquedades
el hueco de la metáfora destruida.



*




Noviembre


Solo
frente a la ventana
habla
y medianoche

como si un arpa
pulsara ese hombre
suave calladamente inmóvil
delante de la lluvia.




*


del invierno


al galope
en bestia invisible

por debajo de las puertas
su manifiesto escrito
a punta de cuchillo.



*


Aspasia


Perendecas lavadas en el sudor del sumo
sacerdote del lucro
sueñan como soñaba la bella Aspasia

ganarse no su pan sino su Pericles
y de hetaira a vivir como Señora
con sirviente y sin frío

Ya ves
nada ha cambiado.



*



Traías una música en el pelo
y te miraba
como a una maravilla atravesando el tiempo
de una punta a la otra de la tarde

sin palabra
con sorbito de aire
apenas con lo puesto quieto te miraba

qué podía importarme la razón del eclipse
Marx una traducción de Quasimodo el viento
perdido en el follaje

venías con esa música en el pelo
y alrededor no sé no lo supe no me importaba
si se mecía el tiempo.




*



Final


Antes del primer revoltijo de polvo y piedra
del silbido in crescendo del metal quemado
del corazón saltando hacia la urgencia
y la pupila absorta    previo al corte de luz
y la alarma las colas el pan de ayer y las calles
rotas de basta desoido   antes de los himnos
televisados las arengas desde los megáfonos
las solemnes marchas patrióticas y los viejos
abrazados al miedo que les mordió la infancia
antes de los niños con porqué al vacío
y la clandestinidad de los compañeros
de los discursos de hemoshechotodoslosesfuerzos   
antes del gran silencio de los diarios y del grito
de los pobres sobre el surco envenenado   antes
del desesperado intento de comenzar de nuevo
de la implantación del toque de queda
de las manifestaciones y los asesinatos
antes del trabajo roto y el hambre creciente
desbordado como un río de huecos negros
mucho antes de los pactos secretos la fiesta
de la casta todopoderosa     la indiferencia
como peste en el aire    el gran sueño americano
y los créditos fáciles     el gran circo romano
mucho antes de cuotas vidrieras  vacaciones
cuando se movían ejércitos lejanos   hablaban
prepotentes los dueños de todo   y un viejo
anunciaba lluvia tardía como en los años treinta
mucho antes que todo esto sucediese
te había dicho, mi amor, no hay dos sin tres,

la tercera guerra será su último gran negocio.



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